lunes, 20 de octubre de 2008

ISLAS DEL MAR MENOR

O como diría mi amigo de salidas en mtb, Datoiv, un "full mar menor islands". Es decir un paseo por todas las islas que hay en el mar menor.

Esta salida se produjo el sábado pasado, un día de niebla, la cual hizo el paseo bastante agradable, a la vez que un poco incierto, por que al no ver las islas ponía rumbo hacia ellas por instinto.
Ya de camino en coche comprobé la niebla con la que me iba a encontrar:


Esta niebla era a las 9:00 de la mañana, y no se iba a quitar hasta las 13:00 horas. Me propuse salir de la manga en la playa que yo llamo +kite, por la escuela de vela que hay en las cercanías. La razón de salir de ese sitio es porque me permite dejar el coche muy cerca de la playa y así bajar con facilidad todos los "chismes". Una vez llegué a mi destino me encontré con esta estampa:




Una imagen que me gustó, me gusta y el estar allí en silencio me produjo una sensación de paz muy placentera.

En el día de hoy me proponía a estrenar la estanqueidad "casera" de la popa de mi kayak y los calcetines de neopreno para no clavarme los pedales. Los calcetines, cómodos, no me hago daño y calentitos, de la estanqueidad, ya os cuento más adelante.


Bueno, pues una vez bajado todo del coche y el kayak en el agua, puse rumbo a la isla del sujeto, la cual a penas se veía por la niebla, pero se adivinaba una sombra entre la niebla.



Al rodear la isla, las gabiotas salieron a expulsarme de sus dominios, con sus estridentes graznidos y revoloteo a mi alrededor. Las entiendo perfectamente, puesto que soy un intruso adentrandome en sus lugares de anidación y ellas sólo pretenden proteger a su descendencia.


Una vez rodeada la isla y sintiendome expulsado, puse rumbo a la isla mayor, o más conocida como isla del barón. La verdad es que en esta ocasión, no se veía ni una pequeña sombra de dicha isla, por lo que puse rumbo según mi instinto me dictaba. Bueno, instinto y porque ya he estado allí en muchas ocasiones ;) .

Despues de un buen rato remando (o apaleando sardinas, como se decía en la época de las galeras españolas), conseguí ver la isla, y comprobé que no me equivoqué en mi rumbo. La sensación fué como si descubriera America al grito de "¡TIERRA A LA VISTA!, porque estuve bastante rato sin ver absolutamente nada, más que el mar que me rodeaba, los pájaros que se lanzaban al agua en busca de comida y la blanca niebla.


Una vez en la isla, me acerqué por la zona del embarcadero, donde oí unas voces. Pensé: ¿será Raphael con su mujer Natalia Figueroa? Dueños de la isla durante muchos años. Luego me reí y me convencí en que sólo serían los cuidadores de la isla. Al día siguiente, hablando del tema con mi hermano me comentó que la isla la compraron hace un tiempo "Los Fuentes", empresarios del atún, muy conocidos por la zona.


Al ser la isla más grande del mar menor, me llevó bastante tiempo rodearla, además me entretenía bastante en admirar el paisaje, ya que jamás estuve tan cerca de la isla, o por lo menos no lo recordaba, ya que de pequeño si fuí.

Lo primero que se veía nada más empezar a rodearla era "la casa de la rusa" y la torre en lo alto de la isla.


Que más de cerca:


Al seguir rodeándola, me encontré con distinta gente, empezando con dos kayakistas, con kayaks bastante mejores que el mio. Nos acercamos a hablar y me dieron un pequeño toque por navegar solo y sin el chaleco salvavidas. Al seguir remando me encontré con un señor medio tumbado en su pequeña embarcación a motor y pescando y nos saludamos, y más adelante me encontré con tres practicantes de la pesca submarina. Se ve que por aquí debe ser abundante la pesca.

Seguí rodeando la isla hasta llegar a la cala del contrabandista. En la cual se produjo el fatal acontecimiento que narra la leyenda que pesa sobre la isla (leyenda que podeis leer aqui). No pude resistirme a quedarme un ratillo en dicha cala, pero sin desembarcar, ya que está prohibido al ser una isla privada, como ya he comentado.

Como me veía con tiempo y con fuerzas puse rumbo a la isla perdiguera, isla que se hizo famosa por los chiringuitos que se instalaron allí y que atrajo un turismo excesivo para la isla, que terminó por devastar. Ahora no hay chiringuitos, y está considerada protegida, al igual que las otras cuatro islas. De camino me crucé con la única medusa que vi, tan típicas de la zona en los últimos años.


Y a lo lejos apareció la isla.

Como podeis ver aun había bastante niebla y la temperatura era o me parecía perfecta. De camino no hacía más que pensar en la bronca de los kayakista que me crucé en la isla del barón y en que tenían toda la razón del mundo.




Al llegar vi dos embarcaciones a motor y un señor sentado en la playa que une los dos montes. Un señor con una conversación bastante amena. Por lo visto iban a menudo a la isla a recoger setas (desconocía la existencia de setas en la isla).



Una vez que tomé un tentempie, decidí volver a la isla del barón, para emprender mi regreso y pasar por las dos islas que me faltaba por visitar: La isla Redonda (de nombre obvio) y la isla del ciervo. Eso sí, esta vez con mi chaleco salvavidas puesto.


De camino hacia la isla del barón, me di cuenta que la tapa de la zona estanca de la popa no la cerré por descuido y que podía causarme problemas si entraba agua, por lo que me acerqué a una pequeña playa de la isla del barón y me decidí a cerrarla sin desembarcar. Al girarme comprobé que la estabilidad de un kayak no es tanta como pueda parecer y me di un buen chapuzón, por el vuelco del kayak. La impresión del agua fria se me quitó enseguida, al acordarme que aun no había probado la estanqueidad de la popa y podía entrarme agua. Comprobé que no tenía fisuras gracias al accidente :) . Por cierto dicha playa me resultaba familiar, sobre todo los bancos. Seguro que de pequeño me bañé allí en alguno de mis viajes en cadete con mi tio.



Una vez vaciado el kayak de agua y comprobado que todo estaba en su sitio seguí rodeando la isla, y me di cuenta que los dueños de dicha isla son muy aficionados a la vela latina.





Puse rumbo a la isla redonda, la cual vislumbré al cabo de un rato. Al lado la isla del ciervo.



Ya empezaba a despejarse la niebla y empezaba a salir el sol, a la misma vez que mi cuerpo notaba el cansancio, pero debía hacer un último esfuerzo.

Con mucho cansanció llegué a la isla redonda.



Y de la redonda a la perdiguera son 10 minutillos que se me hicieron un poco largos.





De aquí a +kite, son 5 minutos.



Recoger y a casa.

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